lunes, agosto 31

TAROT BRUEGEL

HISTORIA

En los países Bajos en el siglo XVI, la denominada pintura de género, que representaba la vida cotidiana tanto de los campesinos como de los ciudadanos de las prósperas urbes, gozaba de un excelente salud. Uno de los máximos exponentes de este tipo de pintura simbólico y costumbrista fue Pieter Bruegel, conocido como el Viejo, ya que inició una larga estirpe de pintores que perduró hasta finales del siglo XVII. Brugel se especializó en la representación de las escenas de la vida campestre, interpretando fielmente, y con todo lujo de detalles, el día a día, las fiestas y los avatares de los campesinos del siglo XVI. En este mundo de sugerentes imágenes del maestro holandés se ha inspirado el artista Guido Zibordi para realizar este tarot.
En el tarot de Bruegel, se ha mantenido la clásica estructura agrupando sus cartas en dos bloques, el primero formado por las 22 arcanos mayores y el segundo por los cuatro palos de 14 cartas cada uno que forman el grupo de los arcanos menores. Por otra parte, este peculiar tarot tiene otras características que le acercan aún más a la concepción que Bruegel tenía del mundo: cada una de sus cartas está basada en un refrán, dicho popular, proverbio o bíblica. Además los cuatro palos que componen la serie de los arcanos menores están relacionados con las cuatro estaciones que marcan la vida en el campo: los bastos son el verano, los oros el otoño, las copas representan el invierno y las espadas la primavera.

SIMBOLOGIA DE LOS ARCANOS

EL LOCO (0): Es un bufón vestido con una especie de jubón de rombos blancos y rojos (pureza y materia) y unos calzones azules (símbolo de espiritualidad). En su cabeza luce un capirote con cascabeles, iguales que os que cuelgan de su cintura. La mano izquierda del personaje adopta la posición del mudra de protección, mientras que la mano derecha sostiene en equilibrio sobre su dedo una extraña balanza con los platillos invertidos. En primer plano, vemos a un perro y una hogaza de pan cortado (símbolo de valentía y paz). En el fondo, se producen distintas fases de la Luna. El genio es locura divina (la genialidad es una forma de locura que viene de Dios).







EL MAGO I: Nos muestra la figura de un hombre adulto, con barba y vestido de color rojo (símbolo de fuerza). Permanece sentado a un pupitre en el que aparecen cinco monedas (número del hombre), cuatro de plata (lo material) y una de mayor tamaño de oro (el espíritu), a la que el hombre señala con el dedo. Entre sus ropajes asoma la cabeza de un pequeño dragón (símbolo de guardián y del mal). Detrás del personaje se abre una ventana que enmarca un paisaje rural en el que destacan tres águilas, un campesino trabajando en el campo, otro de pie observándole y un ángel.
Quien pinta una flor no le da su olor (las cosas imaginadas son inferiores a las reales).






LA SACERDOTISA II: La joven mujer luce un velo blanco (símbolo de pureza) y una túnica azul verdosa. Sobre su cabeza lleva un panal (símbolo de la vida en comunidad religiosa). La mano derecha, en la que se apoya un bastón, sostiene una vela (la iluminación), mientras que con la izquierda ase un libro (sabiduría). El agua (símbolo de vida), que se derrama de la jarra del suelo, forma un pequeño charco a sus pies que humedece las cuatro rosas (símbolo de perfección), caídas bajo la pata de su banqueta. El saber no ocupa lugar.









LA EMPERATRIZ III: Está sentada frente a un gran ventanal hilando lana, aunque del hilo pende un orbe, emblema de su poder. Viste sin ningún lujo, pero ostenta una corona. Por la ventana, se ven dos escenas, en una de ellas, una mujer permanece arrodillada lavándole los pies a un hombre que permanece de pie. En la otra aparecen dos mujeres embarazadas (símbolo de nacimiento); en el suelo, frente a ellas, figura el símbolo que indica el sexo del bebé: (Marte para el niño y Venus para la niña).
Se cogen más moscas con una gota de miel, que con un barril de vinagre (valen más pocas cosas justas que muchas equivocadas).







EL EMPERADOR IV: Nos muestra a un hombre de espesa caballera y larga barba vestido como un rey. Con la mano derecha esgrime un cetro, mientras que con la izquierda sujeta una gran cuchara de madera. Detrás de él, las torres de una ciudad surgen de entre las aguas (representación de las obras de los hombres anegadas por sus emociones) y frente a ella la imagen de otro rey sentado dándole la espalda. El buen padre tiene ojos hasta en la espalda (para educar a los hijos hay que velar por ellos).








EL PAPA V: Nos muestra la imagen de un maestro vestido a la usanza de la época, igual que sus dos jóvenes aprendices (encarnación de las dos vías) que se inclinan respetuosos ante él. Del tronco del árbol, cuelgan dos peces (emblema de los primeros cristianos). Al fondo vemos la escena en la que Cristo está a punto de bautizar en las aguas del Jordán a unos hombres (símbolo de la enseñanza espiritual). Junto a ellos, otra escena muestra a un hombre que estudia unos papeles sobre una mesa mientras que otro a su lado realiza juegos malabares (la falsa ciencia). De tal palo tal astilla.







LOS ENAMORADOS VI: Está presidido por un pequeño cupido (símbolo del amor) que surge del ojo de una aguja. En primer plano, aparece un joven flanqueado por dos mujeres, una de ellas es sensual y provocativa y le ofrece flores, mientras que la otra, más recatada, lleva ratoneras colgando de su cintura y un par de ratones sobre un hombro. Frente a ellos, en el suelo, aparece un pastel de carne.
El amor cabe por el ojo de una aguja (el amor es una fuerza imparable).












EL CARRO VII: Se ve un carro que transporta una enorme montaña de paja, sobre la cual viaja un hombre que eleva con una de sus manos una pequeña Niké, estatua de la victoria, mientras que con la otra sujeta una espada cuya punta señala la palabra PAX (paz). El tiro del carro son dos burros (símbolo de la ignorancia), uno de color marrón que mira al frente, y el otro de color gris que mira hacia atrás. Bajo sus patas, aparecen dos malhechores armados pero vencidos. La ambición embriaga más que el vino.









LA JUSTICIA VIII: Nos muestra una escena en la que dos mujeres avanzan una tras la otra. La primera viste un peto metálico con la palabra LEX (ley) y con las manos sujeta una balanza y una espada. La que la sigue luce una corona de laurel (símbolo de victoria) y sujeta una rama de olivo (emblema de la paz). Detrás vemos a tres gentilhombres discutiendo, dos tumbas, una mujer coronada, un hombre perteneciente al gremio de los constructores, un jorobado y un bandido.
La justicia es horrible si no va acompañada de la misericordia.








EL ERMITAÑO IX: Camina absorto en sus meditaciones sin prestar atención a su entorno, en el que aparecen algunos personajes dedicados a sus actividades. Uno de ellos está comiendo mientras defeca, otro intenta socorrer a un leproso (símbolo de humildad), mientras varios hombres observan a un burro cargado. Quien va sólo va bien (quien toma las propias decisiones sólo, es persona capaz).











LA RUEDA X: Nos muestra la escena de una fiesta popular en la que un joven juega con un aro y lleva colgada una máscara (representación del yo). Sentada frente al joven, una mujer parece aplaudir su hazaña, más allá otra camina con su hijo en brazos (símbolo de la maternidad). Al fondo, un joven avanza seguido de su ángel de la guarda y otro aparta un pez que parece oler mal.
Quien se sienta en el suelo no se cae (con humildad no se corre el riesgo de caer).









LA FUERZA XI: Una mujer vestida de rojo (símbolo de fuerza y vitalidad) y ocre (símbolo de lo divino) se inclina sobre un demonio de horrible rostro y cuerpo desnudo y lo sujeta fuertemente ante la presencia de una serpiente (símbolo de la fuerza pura) y de un león (emblema solar). Una dama tocada con un casco con cuernos le sujeta un brazo, como si le confiriese su fuerza. Dando la espalda, vemos a un personaje con una esfera sobre su cabeza (el mundo) y que lleva sobre su espalda un saco (el inconsciente colectivo). Más allá, tres niños (el ternario espiritual) juegan en torno a una columna (el eje del mundo). Un águila (encarnación del espíritu) sobrevuela el escenario.
El amor requiere fe y la fe requiere firmeza.





 EL COLGADO XII: Vemos una zona campestre en la que destaca una estaca clavada en el suelo en cuyo extremo hay una rueda (lo cíclico) de la que cuelga suspendido por un pie (símbolo del alma). La manzana que sujeta en la mano simboliza la sabiduría. Detrás, unas mujeres y unos chiquillos siguen a un joven alado que toca un instrumento. Tras ellos, un reo conducido hacia la horca por un soldado y por la muerte. También destaca un joven desnudo que guía a un niño y un hombre sumergido hasta la cintura en el río que esgrime un garrote. La duda es el padre del saber.



LA MUERTE XIII: Nos presenta un esqueleto sosteniendo en alto una espada, mientras sujeta la cabeza rematada con cuernos de un joven que permanece arrodillado y con las manos juntas entre las que sujeta una cruz (símbolo de lo material). Junto al pie de la muerte aparece un tablero y un saquito del que asoman dos fichas de ajedrez. (La muerte riéndose de la vanidad de los hombres).
Una vez terminado el juego, el rey y el peón vuelven a la misma caja.









LA TEMPLANZA XIV: Nos muestra la imagen de una gran matrona que trasvasa agua desde una gran jarra a otra más pequeña, que sujeta con la ayuda de una niña que ase un caduceo (vara de poder rodeada por una serpiente). A los pies de la matrona hay un cofre que parece echar raíces en forma de bulbo (símbolo de la riqueza de la madre tierra). Sobre una loma vemos a un hombre que defeca una enorme bola (símbolo de limpieza). Una mujer carga sobre una sola mano una gran perola; más allá, un hombre lleva un pez en una bandeja (símbolo de vida) y un toro atado intenta romper la cuerda (símbolo de supervivencia).
Demasiado daña, poco no basta (no hay que excederse ni quedarse sin lo necesario).






EL DIABLO XV: Esta imagen es más propia de El Bosco o del mismo Dalí que del maestro costumbrista Bruegel. En la parte inferior de la carta descubrimos una escena cotidiana de la vida campestre, en la que unas mujeres están hilando y transportando agua. Por encima de ellas se nos presenta un escenario dantesco en la que seres antropomorfos, animales monstruosos, instrumentos deformados, diablos y una mujer forman un extraño cortejo celestial lleno de despropósitos.
La soberbia convierte a los ángeles en diablos.









LA TORRE XVI: Para ilustrar esta carta se ha escogido uno de los cuadros más conocido de este autor. La torre de Babel, aunque se han añadido unos personajes que aparecen al pie de la torre; una mujer con dos niños, un tullido, un hombre que tropieza y otro personaje indefinido.
El sabio tropieza siete veces al día (la persona sabia sabe aceptar que se ha equivocado).









LA ESTRELLA XVII: Nos muestra la figura de una doncella, permanece de pie sobre el eje central de un ancla (símbolo de firmeza), cuyos extremos están uno sobre la tierra, que aplasta un pez, y el otro sobre el agua, del que también surge un pez (símbolo de la dualidad). De las jarras que sujeta la mujer, cae agua clara a la tierra y al agua, respectivamente.
La esperanza es el pan de los pobres (de esperanzas también vive el pobre).








LA LUNA XVIII: Aparecen dos torres entre las que vemos a un fraile pelado la coronilla que luce un par de cuernos, un rey con un orbe y tres gatos negros (servidores de los infiernos y representan al plano espiritual) bajo su mano. Un perro y un galgo custodian la fantasmagórica imagen de un rey con el rostro cubierto por un velo negro, a su lado un cedazo con pepitas de oro, y frente a él un riachuelo del que surge un cangrejo, animal emblemático del signo de Cáncer regido por la Luna. Por la noche, todos los gatos son pardos.









EL SOL XIX: Una joven pareja (símbolo de las dos polaridades) baila despreocupadamente protegida por un muro de ladrillos, mientras a sus pies aparecen los instrumentos propios de la construcción. Tras el muro, aparecen algunos hombres y mujeres ocupados en las labores propias del campo, e iluminando toda la escena un gran Sol en el cielo despejado.
No hay luz sin sombra (no hay bien sin un poco de mal).











EL JUICIO XX: Nos muestra en primer término a un rey coronado de laurel que sujeta el cetro y un libro, un clérigo en actitud orante (símbolo del poder espiritual), una anciana y una joven (representación del paso del tiempo). En el cielo, dominando la escena, aparecen dos ángeles, uno con una trompeta y unas balanzas, y el otro con un báculo en forma de cruz y un instrumento musical.
Nada se hace en la tierra que no esté escrito en el cielo.





EL MUNDO XXI: Aparece la figura de Jesús glorificado, vestido de blanco y rodeado de un círculo de personajes diversos. Alrededor de Cristo, en el suelo, aparece una media luna de laurel (símbolo de suerte y fortuna), y, de él parten ocho caminos. En primer plano, tres personajes se calientan en la lumbre de una hoguera, mientras que otro duerme desparramado en el suelo.
Donde reina el orden, cualquier camino es calle mayor (donde las cosas funcionan, lo hacen hasta las más pequeñas).