viernes, enero 13

TAROT PRESENCIAS


HISTORIA

La estructura básica de este Tarot sigue las mismas pautas que el nuevo tarot de Marsella: 22 arcanos mayores y 56 menores, incluidas las cartas de corte, que mantienen tanto sus nombres como su numeración. En el caso de los 22 arcanos mayores de este tarot, las presencias que ejercen su influencia sobre ellosse incluyen en la categoría de Dioses y Demonios Superiores. Por su parte, las presencias que se manifiestan a través de los cuatros palos de los arcanos menores se subdividen en Demonios Inferiores, que se corresponden con el palo de bastos y que representan nuestros miedos, obsesiones, pasiones y vicios; Espíritus Benignos, que suelen manifestarse como apariciones e influjos benéficos y que se refieren al palo de copas; Ángeles, que son los guardianes y jueces de los actos de los hombres y se corresponden con las espadas, y, por último, los Espíritus de los antepasados, relacionados con el palo de oros.
La capacidad innata del hombre para percibir, presentir y acceder de algún modo mágico e intuitivo a cierto tipo de información que, a posterior, le resulta acertada y beneficiosa, puede, en ocasiones, surgir de la sensación que éste tiene de entrar en contacto con determinadas presencias, seres inmateriales que la humanidad ha considerado a lo largo de su historia. En esta categoría entran los denominados espíritus, ángeles, antepasados, dioses y demonios, etc. que con frecuencia parecen haber inspirado a los hombres, tanto en sus actos más nobles, como en sus locuras más destructivas.


SIMBOLOGÍA DE ARCANOS MAYORES

 

EL LOCO (0): Nos muestra a un científico actual (símbolo de buscador espiritual), que parece absorto entre tubos y probetas. Sus ojos parecen buscar la presencia del elemntal (encarnación de la inteligencia subyacente en la naturaleza), que se materializa detrás de él. El elemental tiene aspecto de gnomo (elemental de tierra) y porta un gorro frigio (símbolo de poder creativo de su mente). El gnomo extiende hacia el científico su mano para mostrarle el diseño geométrico de una molécula, como si estuviera inspirándole dicho conocimiento.








EL MAGO I: Está representado por un hombre de rostro simplón que se viste con una túnica y que cubre su cabeza con un gorro en forma de cúpula (símbolo de lo celeste), del que surge una larga pluma. De su cuello, cuelga una especie de cadena de la que pende una estrella de cinco puntas (símbolo de la realización y del poder del hombre). Con una de sus manos sostiene una vara de poder y, con la otra, un extraño instrumento o vaso alquímico de largo cuello (lugar dondes se produce la transmutación). Por encima de su cabeza, aparece una cinta de Moebius que toma la forma del infinito y en la puede verse el rostro de un diablo con cuernos.






LA SACERDOTISA II: Nos muestra a una niña, con el pelo recogido, de espaldas y arrodillada sobre una alfombra de verde musgo que se abre un claro del bosque (simboliza la madre naturaleza). La niña observa la aparición de una mujer madura cubierta de ropajes de color blanco (símbolo de pureza), que se cierran sobre su pecho con una cruz (emblema de la espiritualidad). Sobre su cabeza luce un casco semicircular del que surgen unos grandes cuernos (símbolo de la vaca sagrada, lo femenino y lo lunar), y dos esferas (representación del alma y del espíritu). En conjunto, la mujer-diosa representa el arquetipo que instruye a la muchacha en los misterios femeninos, inicándola en su período de mujer adulta.





LA EMPERATRIZ III: Muestra a una mujer adulta tumbada sobre un lecho, que parece estar soñando con la mujer que aparece perfilada detrás de ella y que posee sus mismas facciones. Sin embargo, la aparición está en avanzado estado de gestación y luce una gran corona sobre su cabeza, que, junto con el cetro rematado con una esfera que empuña en su mano derecha, simboliza su poder sobre el mundo material. Ella es el paradigma espiritual del poder curativo y creativo de la mujer o lo femenino.






EL EMPERADOR IV: Es un hombre maduro, casi un anciano (símbolo de lo imperecedero), que permanece arrodillado sobre un círculo en el que hay inscrito un pentagrama (círculo sagrado y emblema de protección durante los rituales mágicos), mientras se coloca una gran corona. El conjunto del arcano es de color rojizo (emblema de la fuerza), lo que sin duda hace alusión al mundo de la materia.






EL PAPA V: Nos muestra el interior de una catedral gótica, en cuyo muro destaca un enorme rosetón de cristales de color (simboliza al sol). El personaje principal es el Papa, vestido con la casulla y la mitra, ambas de color blanco (representación de la espiritualidad) y que empuña el báculo pastoral (símbolo de poder que ejercen los obispos sobre sus feligreses). Tras el sumo pontífice, se muestra una columna en la que aparece tallado un ser antropomorfo con cuerpo de hombre y cabeza de animal, que está intentando devorar un brazo humano (representación diabólica).






LOS ENAMORADOS VI: Muestra dos espacios bien definidos: en la parte baja de la carta vemos a una pareja de jóvenes desnudos (la polaridad) abrazados en su lecho de amor. Sobre ellos, en la parte alta de la carta, vemos la aparición de la joven maestra ascendida, Kuan Yin, considerada la diosa china de la misericordia y el amor, que ayuda a los recién nacidos y es la patrona de la mujer y el parto. En el budismo, ella representa el aspecto femenino de Buda.






EL CARRO VII: Es un cazador de principios del siglo XX que viste pantalón, chaqueta, chaleco, camisa y sombrero, camina por el monte con un zurrón colgado del cuello y un rifle sujeto bajo el brazo. Sobre el cielo y atravesando un enorme círculo plateado, posiblemente el Sol, surge como saliendo de la nada un carro con baldaquín, también de principios del siglo XX, y tirado por dos caballos. Tanto el hombre como el carruaje y el mismo paisaje aparecen algo mortecinos, quizá sugiriendo que el éxito no lo es todo y por tanto la ambición que nos lleva a él puede resultar engañosa.






LA JUSTICIA VIII: En esta carta no muestra la típica mujer sino que se le atribuye a un hombre de leyes que asoma detrás de un amplio púlpito cuadrado (símbolo de lo material y poder), mientras sujeta con una mano una balanza y con la otra una espada (emblema de la justicia). Detrás de él, aparece la sombra de una horca de la que cuelga un ajusticiado. En este arcano la justicia arquetípica y divina ha sido sustituida por el vago concepto que de ella posee la humanidad.






EL ERMITAÑO IX: Es un hombre solitario que sujeta un bastón con la mano derecha (símbolo del eje del mundo), mientras apoya sobre su hombro izquierdo una vara en cuyo extremo cuelga una lámpara (símbolo de la inteligencia). El hombre parece avanzar hacia una presencia lumínica en forma de mujer que sujeta entre sus manos un voluminoso libro abierto. Esta figura es una alegoría de la sabiduría divina, la que buscaban los filósofos y su inspiración. La escena está totalmente iluminada por la dorada luz que emana del sol (representación del espíritu divino).

LA RUEDA X: Nos muestra como la esfera iluminada del reloj de una antigua torre que marca las doce menos diez minutos de la noche. Alrededor del espectral torreón, seis diminutos diablillos (hacen referencia a espíritus, tanto buenos como malos) revolotean recordándonos que, tanto el éxito y la fortuna, como el fracaso y el infortunio, están sujetos al discurrir del tiempo y ninguno prevalece eternamente.






LA FUERZA XI: La imagen clásica de esta carta es el león pero en el tarot de las presencias se representa con un perro enorme de color negro, que se nos presenta de pie en un paisaje desértico (emblema del destierro material del espíritu). Frente a él, y como si se tratara de una presencia fantasmal, aparece la figura de un hombre del desierto que luce un sombrero de color roja en forma de cono truncado (símbolo de la energía creativa material). El hombre sujeta una espada corta con su mano derecha, mientras parece ofrecerle mansamente la izquierda al sabueso. El conjunto parece sugerir que el hombre puede vencer la agresividad animal a través del poder de la mente creativa.






EL COLGADO XII: El personaje aparece suspendida cabeza abajo de la misma cuerda (símbolo ascensional) que sirve para tañer una gran campana (insignia del sonido primordial de la creación), que cuelga sobre él. La figura está rodeado por una cuerda que le circunda la cintura y el cuello y que él tiene agarrada con ambas manos en un intento por evitar ser estrangulado. En la parte baja de la escena, vemos un muro de ladrillos (símbolo de protección) y, alrededor, aparece de entre la bruma la silueta desdibujada de los deshojados árboles de un bosque ancestral (representación de la naturaleza primigenia).






LA MUERTE XIII: Se nos presentan las siluetas de dos fornidos caballeros que combaten a muerte entre la bruma que parece cubrir todo el paisaje. La muerte agarra con fuerza el símbolo de su poder, una guadaña con la que siega la vida de los hombres. La muerte está esperando para llevarse el alma del valiente caballero y así proseguir su camino.






LA TEMPLANZA XIV: Nos muestra a una joven mujer que sumerge sus pies en una charca (representación del inconsciente), rodeada de vegetación (simboliza la unidad fundamental de la vida y de sus posibilidades) e inclinándose sobre ella para poder filtrar sus aguas (emblema de purificación y sublimación de la vida) con un cedazo circular que maneja con sus dos manos (sugiere la separación del bien y del mal). Detrás de ella, el paisaje nos muestra el bucólico claro de un bosque típicamente mediterráneo con sus sabinas (indiferencia) y pinos (fertilidad y protección) rodeando un montículo de verde hierba (la naturaleza).






EL DIABLO XV: Se muestra a una joven africana de rostro inocente y complexión voluptuosa (el alma) que permanece arrodillada y con la vista baja y fija en un espejo de mano. A su lado, y colgando de la pared, aparece otro espejo, quizás un portal a otros mundos, que muestra el reflejo de la mujer transformado en un diablo rojo con enormes cuernos retorcidos, pechos caídos y alas de murciélago (la sombra o yo oscuro). Los dos personajes están encadenados entre sí (simbolizan la lujuria y encarnados en la tierra).






LA TORRE XVI: Muestra a un guerrero medieval decapitado se cubre con una túnica de dos colores, blanco (símbolo de pureza) y rojo (símbolo de vitalidad y fuerza). Con una mano sujeta su propia cabeza y la otra la apoya en la espada que cuelga de su cinturón. Detrás del joven, surge un torreón circular de arquitectura gótica en llamas. El conjunto sugiere destrucción y superación.






 
ESTRELLA XVII: La imagen es la de una mujer (simboliza el alma del mundo), en la plenitud de su vida, con el torso desnudo y que cubre sus caderas con una fina falda de tul y su cabello con un amplio sombrero. Sobre su hombro izquierdo, apoya un gran cuerno de la abundancia del que surge una miríada de estrellas (el ejército de la luz) que se elevan hacia el oscuro cielo nocturno.






LA LUNA XVIII: Una gran luna creciente (símbolo de lo femenino en expansión) se asoma por entre las cañas de la ribera de un pequeño lago de aguas tranquilas. El reflejo de la luna en el agua se transforma en la efige de una mujer joven de rostro sereno y cubierta de ropajes, que sujeta entre sus manos una jarra (contenedor de la vida), de la que vierte el agua, que, al caer, parece llenar el lago.







EL SOL XIX: Se ha escogido representar una escena en la que aparece un hombre, totalmente cubierto de ropajes y tirado en el suelo de un ardiente desierto, que levanta la cabeza como para ver la aparición del dios hindú Shiva, encarnado en la figura de un niño desnudo montando en un caballo bellamente enjaezado que se inclina sobre una charca de agua para beber. Por detrás de ese espejismo, un enorme sol (emblema del espíritu solar) se eleva por encima del horizonte.







EL JUICIO XX: Nos transporta a un escenario dominada por un ser espiritual, posiblemente un ángel, con ciertas características aztecas. El ángel, totalmente cubierto de oro, a excepción de su cara, parece surgir de lo alto del cielo. El ser angélico está tocando una trompeta en forma de espiral, también de oro, al sonido de la cual se levantan de sus tumbas un grupo de personas, entre las que hay tanto hombres como mujeres. El color rojo (simboliza la materia) domina la parte baja de la carta, donde aparecen las tumbas, mientras que la parte superior está dominada por el oro del ángel (simboliza la espiritualidad).







EL MUNDO XXI: Nos muestra un ataúd apoyado sobre un montículo de tierra verde (la tierra de promisión) al que parece llegar el agua que se funde con el azul del cielo. El féretro se alza sobre la tierra mostrándonos el cadáver de una mujer anciana. De él surge una guirnalda que rodea no tan sólo al ataúd, sino un bello ángel de largo cabello rubio que sujeta un cuerno de la abundancia del que fluye la sangre (agua de vida) de la regeneración en dirección a la mujer. Además, bajo el ángel aparece una procesión de hombres y mujeres, entre los que se distinguen obispos y sacerdotes de otras religiones.